Amargas.
Así califico las experiencias que he tenido últimamente al pedalear por las ciclorrutas
de la carrera 11 entre calles 71 y 73 y de la carrera
13 con calles 63 y 55. Reconozco que la infraestructura ha mejorado,
aunque hay uno que otro bache de cuidado; sin embargo, es casi imposible pasar
por allí en bicicleta por la invasión de los vendedores ambulantes.
Carrera 13 con calle 60 |
En
más de una oportunidad me he encontrado con otros biciusuarios que ponen
a prueba sus habilidades para esquivar los puestos de comercio que están
atravesados u ocupan parte de la ciclorruta.
Esto
no es lo peor: los vendedores se muestran hostiles cuando les pido de manera
respetuosa (valga la aclaración) que por favor me den permiso para pasar. He
recibido toda clase de insultos y discursos sobre el derecho al trabajo y a la
igualdad. Pero pregunto: ¿dónde queda
mi derecho a moverme libremente por los espacios que han sido habilitados para
mí y otros ciclistas? En la mayoría de los casos no respondo a los improperios
y cuando lo hago les digo de manera sutil que la bici es mi medio de transporte
y que la uso para ir a trabajar (acudo a la sicología inversa: alego el mismo
derecho al trabajo del que ellos mismos me hablan).
Pero todo se puede tornar
más problemático. Como los vendedores ocupan el espacio público, el peatón no
tiene, literalmente, por donde caminar y utilizan la ciclorruta. Entonces, el
biciusuario no solo se “enfrenta” al vendedor sino al pobre peatón. Todo es un
círculo vicioso y una escena diaria.
La idea no es pelear. Ni
buscar culpables. Entiendo al vendedor que necesita trabajar, entiendo al
peatón que necesita movilizarse, pero ¿quién me entiende a mí y a todos los
biciusuarios?
En mi caso en las horas pico, entre calles 67 hasta la 56 me toca andar por la vía vehicular por que es imposible andar por la cicloruta. nadie tiene espacio, solución, cicloruta por la séptima.
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