Por. CE
¿Cuántos de nosotros hemos salido a rodar, con una gran sonrisa en la cara, con todas nuestras ganas de disfrutar el recorrido, cuando de repente, la mirada de algunos conductores afanados nos sigue con rabia? Como si nosotros fuéramos un estorbo, como si estuviéramos ocupando el lugar que les pertenece, un lugar que ellos manejan a su gusto y según el ánimo del día.
Lamentablemente, para gran parte de los conductores, los ciclistas no somos parte del flujo de tráfico, no merecemos un lugar entre ellos, no tenemos derecho a movernos por la calle, no hacemos más que interferir en su recorrido atrasándole la llegada al próximo semáforo.
Y, como somos casi invisibles, o bueno, algunos prefieren no vernos, parece que tampoco merecemos las señales de tránsito. Esto es grave. Esto no es un juego de autoridades. Esto no es una discusión callejera. Todos merecemos ser cuidados, porque antes que ciclistas, antes que un estorbo, antes que imprudentes, somosPERSONAS.
Mucho se habla acerca de construir una sociedad con valores, pero sinceramente son las acciones diarias las que marcan la diferencia. Para empezar, tal vez el ejercicio sea, salgamos a la calle a OBSERVAR; a ver qué es lo que está pasando.
Probablemente, las ciudades colombianas – y también muchos biciusuarios – aún no están del todo preparados (por diversas razones: infraestructura, educación vial, etc.) para circular en cicla por las calles.
Vamos a admitirlo, muchas veces nosotros, los ciclistas, también cometemos imprudencias, nos equivocamos, no respetamos las señales, incluso, muchas veces circulamos inseguros, con miedo. Pero a pesar de todo, cada vez son más las personas que usan la bici como medio de transporte y como estilo de vida y estas personas merecen su lugar, su respeto y sobre todo protección.
La bicicleta es un vehículo apto como cualquier otro para la circulación y por ende, tiene – o debería tener- los mismos derechos y deberes en la vía pública, sin embargo, por sus particularidades, existen otros que se le confieren especialmente. Todos deberíamos informarnos al respecto.
Si el uso de bici crece como una moda, como una tendencia, como un cambio social, sería bueno también que crecieran nuestras ganas de convivir en paz, de ser respetuosos, de cuidarnos a nosotros mismos y cuidar también a los demás.
Claramente, Bogotá, y tantas otras ciudades que impulsan y promueven el uso de la cicla, poco a poco deberán adecuarse a los cambios, facilitar la circulación, dar más seguridad, protección y especialmente EDUCACIÓNpara que todos podamos rodar felices, conviviendo en paz, en un espacio que es de TODOS.
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