miércoles, 15 de mayo de 2013

Una Hoffman para tres



La semana pasada en un almuerzo familiar, mi papá y sus dos hermanos me contaron la historia de su primera bicicleta.

En 1952, cuando mi papá tenía 8 años recibió un gran regalo: su primera bici, una Hoffman.

Mi abuelo la trajo en tren desde la Estación de la Sabana en la Calle 13 hasta la Estación de Fontibón. La Hoffman la había comprado de contado en el almacén Glodman de la Avenida Jiménez.

Mi papá tenía que compartir la bici con sus dos hermanos y su mamá. Supongo que mi abuela era una de las primeras ciclistas urbanas de la época, ya que hacía todas todas sus vueltas en el barrio Fontibón arriba de la Hoffman.

Como era de esperarse compartir la bici generó peleas, especialmente por quién salía a pasear en ella primero, pero quien tenía la prioridad era mi abuela y sus diligencias.

Mi papá me contó con gran emoción y nostalgia sus aventuras en la Hoffman. Recordó que pedaleaba durante largas horas hasta los lotes donde hoy en día queda el Aeropuerto El Dorado y cómo aprovechó la construcción de la larga pista para apostar carreras con sus amigos.

Ahora entiendo el amor que siento por mi bici. Lo heredé de mi abuela y de mi papá, que a sus 69 años sigue pedaleando todos los fines de semana en la ciclovía.

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