viernes, 2 de agosto de 2013

La primera vez de Yira


Yira y su bicicleta nueva. (Foto: Daniel Reina)
El pasado miércoles Yira llegó más temprano que de costumbre al trabajo. Desde su casa (en la carrera 30 con 26) hasta la oficina (en el Parque de la 93) se demoró solo 35 minutos. ¡Claro! Por primera vez se vino en bicicleta.

Ni ella misma se lo cree, pues antes desde que salía de su casa, esperaba el Transmilenio, se bajaba en la Calle 92 y caminaba hasta el Parque de la 93 le tomaba una hora y 10 minutos. Y si viajaba en bus eran más de 45 minutos.


Yira es cartagenera y solo montaba en bicicleta en época en vacaciones cuando iba a visitar a sus papás. La última vez que tuvo una bici propia fue hace más de 10 años. En Cartagena utilizaba la de su padre. Estudió en Medellín y llegó a Bogotá hace dos años y medio por una oferta laboral. “El choque más grande que tuve con esta ciudad fue el tráfico. Me estaba enfermando, sufría de estrés. No podía creer que perdiera más de dos horas de mi día montada en un bus y en las peores condiciones, en medio de estrujones y trancones”, dice. 

Hoy se arrepiente de no haber tomado antes la decisión de comprar una bicicleta para desplazarse. No lo había hecho por desconocimiento de las ciclorrutas, por temor a que la robaran y por una falsa percepción de que su casa estaba lejos del trabajo (obvio montada en bus el recorrido le parecía eterno). Hasta un compañero le metió terrorismo y le dijo que en bici se podía demorar hasta 2 horas. 

En uno de esos largos viajes le llamó la atención una mujer que iba en bicicleta frente al Estadio El Campín. En algunos tramos la bici le sacaba ventaja al bus de Yira. Al final, las dos llegaron a la Calle 92 al mismo tiempo; como era de esperarse la de la bici siguió rápidamente su camino y Yira emprendió una caminata de 20 minutos y se repetía: “no es ju’to (no es justo).

Hace poco de regreso a casa, en la 9 con 94, tuvo que esperar por más de una hora a que pasará un bus, pero todos iban llenos. La situación la frustró, pues después de un día de trabajo estaba cansada, tenía hambre y mucho sueño. 

Esas dos situaciones fueron determinantes para que Yira, por fin, comprara una bicicleta. Invirtió 265.000 pesos en una Bernalli y en un casco. Aunque no gastó más porque en diciembre se irá a vivir a Barcelona, si piensa destinar unos pesos más para comprar un mejor casco, un par de luces y un pito.

El miércoles se estrenó como biciusuaria, tomó la carrera 30 hasta la 92, luego subió hasta la 15 y llegó al Parque de la 93 en solo 35 minutos (todavía sigue sin creerlo). No le dolieron las piernas, pedaleo a su ritmo y llegó tranquila, sudó un poco porque traía morral, por eso de ahora en adelante trae un bolso de lado.

El primer día se llevó gratas sorpresas: se sintió acompañada a lo largo de la ciclorruta (hay bastantes ciclistas), los conductores le cedieron el paso en algunas intercepciones y sintió el delicioso olor a donuts que sale de un local sobre la 30 con 68.

El regreso no fue tan traumático como se lo pintaron. Salió a las 5:30 de la tarde y llegó a la casa pasadas las 6. ¡Qué dicha llegó y aún estaba de día! Tuvo hasta tiempo para ir a cine y ver la película española Los lunes al sol.

En su primer recorrido aprendió que debe tener cuidado debajo de los puentes de la 92 con 9, no solo porque está lleno de vidrios, sino porque hay gente “extraña”: “Definitivamente hace falta vigilancia en esa zona”, recomienda la nueva biciusuaria y tiene razón. También le llamó la atención el mal estado del adoquín frente al crematorio de la 68 y la imprudencia de los conductores en este sector que no se percatan del paso de las bicicletas.

Ya recibió su primer regaño. Un señor le llamó fuertemente la atención por subir por un puente peatonal montada en la bici. Afortunadamente ya le contaron que en esos casos debe bajarse de la bici por su seguridad y la de los peatones.

Mientras aprende sobre los derechos y deberes de los biciusuarios, irá perfeccionando la ruta, mirando dónde  puede parquear y volviéndose más diestra con la bicicleta. En la oficina ya se dieron cuenta de que Yira cambió no sólo porque llega más temprano y es más productiva, sino porque está más feliz.

2 comentarios:

  1. Un "no es ju’to" menos en la vida de Yira. ¡los milagros existen! ;)

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  2. Este artículo es todo lo contrario a una 'pod'quería'

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